Jörg Morré
Jörg Morré, director del Museo germano-ruso en Berlín-Karlshorst desde 2009. Es miembro del consejo científico de la unión popular alemana para el cuidado de las Tumbas Militares de Guerra y de la Comisión de Historiadores germano-rusa. Desde 1996, Morre ha sido investigador en los Memoriales de Sachsenhausen y más tarde en Bautzen. Después de realizar prácticas universitarias en Leningrado y Moscú, recibió el grado de Ph. D del Departamento de Historia de Europa del Este en la Universidad Ruhr en Bochum. Se desempeñó como profesor durante un tiempo. Estudió historia, la lengua y literatura rusa pedagogía educativa en la Universidad Libre de Berlín y la Universidad de Hamburgo. Joerg Morre nació en 1964 en Berlín.
Cómo preservar hoy la memoria de la victoria sobre el nazismo
Podemos preservar viva la memoria de la victoria sobre el nazismo continuando el camino de la reflexión conjunta del pasado. En Berlín-Karlshorst tenemos una plataforma conjunta para este tipo de actividades. En el sitio histórico del final de la guerra en Europa, donde la Wehrmacht (fuerzas armadas unificadas de la Alemania nazi) se rindió el 8 de mayo de 1945 hay un museo germano-ruso. Este museo es compartido no sólo entre rusos y alemanes. Bielorrusos y ucranianos también están involucrados en su trabajo. Después de la reunificación de Alemania en 1990, el antiguo "Museo Soviético de la Rendición Incondicional de la Alemania nazi en la Gran Guerra Patria de 1941−1945" se convirtió en un museo conjunto. Los principales museos históricos y militares-históricos de Rusia y Alemania, así como los museos de la guerra mundial en Kiev, Minsk y Moscú, cooperan en Karlshorst. Esta cooperación, que lleva más de 25 años, durante la cual han surgido muchos contactos profesionales, amistosos y personales, representan en si misma una base sólida de la memoria viva.

El recuerdo de la victoria sobre el nazismo tiene profundas raíces en el pensamiento alemán. Así es como se suponía que debía ser.
Sólo habiendo reconocido decididamente los crímenes del nazismo, Alemania tuvo la oportunidad de ser nuevamente aceptada en la familia de las naciones
Para la sociedad alemana este ha sido un largo camino. Inmediatamente después del final de la guerra en 1945, muy pocos alemanes se sintieron liberados. Estaban preocupados por su propio destino. Se perdió la guerra, las ciudades fueron destruidas por bombardeos, muchos tuvieron que huir de su patria — de Prusia Oriental, Silesia y Pomerania. Por supuesto, también hubo quienes fueron liberados por las fuerzas aliadas de campos de concentración y prisiones. Pero la verdad es que fueron una minoría. Hoy con amargura hay que reconocer que en 1945 la mayoría de los alemanes creían que fueron forzados a ser liberados del nazismo.

Superar el legado del nacionalsocialismo en Alemania fue un proceso difícil, que tuvo lugar en dos sociedades distintas. Una Alemania -la República Democrática Alemana, la RDA, afirmaba que sólo ella rompió inequívocamente con el pasado nacionalsocialista. En cierto sentido, este fue el caso, porque al frente de la RDA estaban los comunistas que sobrevivieron a la persecución del nacionalsocialismo en las prisiones o pudieron escapar mediante la emigración a la Unión Soviética. Sin embargo, la adhesión con el antifascismo en sí mismo no liberó automáticamente a todos los alemanes de su pasado nacionalsocialista. En otra la Alemania, la República Federal de Alemania, Alemania, por el contrario, la sociedad al principio con gran voluntad quería olvidar el pasado nacionalsocialista.

El nuevo estado tenía que funcionar; el espantoso pasado fue empujado al fondo.
Una característica necesaria de la visión alemana de la historia de la Segunda Guerra Mundial es que nosotros no nos enfocamos en las victorias militares. Solo gracias a la derrota fuimos liberados del nazismo
El momento más poderoso de esta derrota fue el acto de rendición incondicional de la Wehrmacht, que finalmente ocurrió en la noche del 8 de mayo de 1945 en Berlín-Karlshorst. Incluso antes de eso, en la sede de las fuerzas estadounidenses-británicas en Reims francés, la Wehrmacht acordó el cese de las hostilidades. Pero el general estadounidense Eisenhower obligó a los líderes de la Wehrmacht a capitular también en la sede del ejército soviético. Solo la consolidación de la rendición ante el mariscal soviético Zhukov privó a la Wehrmacht, como a todos los alemanes, de la oportunidad de evadir la responsabilidad frente la Unión Soviética.

La existencia del Museo germano-ruso en Berlín-Karlshorst es hoy un símbolo importante. Compartir el lugar donde terminó la guerra es un gran gesto de reconciliación. El requisito previo, por supuesto, era el reconocimiento por parte de la sociedad alemana durante los años 90, del alcance total de la responsabilidad histórica por las víctimas, el sufrimiento y la destrucción que el régimen de ocupación alemán trajo a la Unión Soviética. Conocemos el destino de ciudadanos soviéticos que fueron deportados hacia el Reich alemán para realizar trabajos forzados. Sabemos sobre el aterrador destino de los prisioneros de guerra soviéticos. Y cuidamos las tumbas y los monumentos conmemorativos de los soldados muertos del Ejército Rojo que cayeron en suelo alemán durante esta guerra. En la Federación de Rusia, Bielorrusia, Ucrania y los estados bálticos las tumbas de los militares alemanes caídos también son protegidas.

Todo esto acerca a las sociedades de nuestros países, porque detrás de cada persona fallecida, hay un destino, que continúa impactando en las historias familiares hasta hoy.

Juntos, nunca olvidaremos la victoria sobre el nacionalsocialismo.
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